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Archive for the ‘Liderazgo’ Category

He observado en más de una ocasión, el interés mostrado por algunos asesores en comunicación política para mejorar las capacidades comunicativas de los dirigentes políticos en su camino hacia el liderazgo. En estos casos, la solución propuesta consiste al sumergir al aspirante a líder en cursos de oratoria y de estrategia comunicativa. La mayoría de estas intervenciones formativas pretenden reforzar, o adquirir si es el caso, las habilidades de retórica que se supone tienen que dominar todo líder político. No obstante, en muchas ocasiones los asesores en comunicación política, no explican que la comunicación, a pesar de que pueda parecer paradójica, también comporta gestionar el silencio a fin de escuchar a los otros. Hay que aprender a escuchar. Todo buen líder político es una persona que sabe callar y escuchar.

Gay Talese, gran periodista norteamericano renovador del género de la entrevista, explica en su libro “Retratos y Encuentros” (Alfaguara) en que consiste la virtud de escuchar. Dice Talese: “Aprendí a escuchar con paciencia y cuidado y a no interrumpir nunca, ni siquiera cuando las personas parecían encontrarse en grandes apuros para darse a entender, ya que en esos momentos de titubeos y vaguedad (enseñanza que obtuve de las habilidades para prestar oído de mi paciente madre) la gente suele ser muy reveladora: lo que vacilan en contar suele ser muy diciente. Sus pausas, sus evasivas, sus cambios de tema repentinos son probables indicadores de lo que les avergüenza, o les molesta, o de lo que consideran demasiado íntimo o imprudente como para dejárselo saber a otra persona en ese determinado momento. No obstante, también oí a muchas personas hablar francamente con mi madre sobre lo que antes habían evitado, reacción que a mi juicio tenía menos que ver con la naturaleza inquisitiva de mi madre o las preguntas que les formulaba con prudencia, que con la forma gradual en que le iban aceptando como un sujeto leal en el que podían confiar. Las mejores clientas de mi madre eran mujeres que no necesitaban tanto trajes nuevos como satisfacer la necesidad de comunicarse”.

Los consejos de Gay Talese son perfectamente aplicables en el ámbito de la comunicación política. Especialmente en aquellos casos en que el dirigente político piensa que será más líder por su capacidad de hablar y hablar, y no dejar de hablar. Para ser un buen líder político hay que saber también gestionar el silencio.

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La aparición de la Sociedad del Conocimiento ha transformado el entorno y las propias circunstancias condicionantes del ejercicio del liderazgo. Ante las rápidas transformaciones de los entornos económicos y sociales, la necesidad de una adaptación rápida de las organizaciones a estos cambios y las nuevas formas organizativas más difusas, junto con un peso mayor del conocimiento en el desarrollo de las actividades productivas y en la prestación de los servicios, obligan a repensar un nuevo papel al liderazgo.

La existencia de redes obliga a reformular las propias identidades estructurantes del concepto de líder. En las redes no hay lugares prominentes, sino nodos en los cuales suceden cosas y los cuales, en sus interacciones con otros nodos, dan sentido al conjunto. Esta visión traslada la reflexión del liderazgo y del líder a otra dimensión. Por ejemplo, más que hablar del líder, es más preciso abordar el tema desde la perspectiva de liderazgos que operan por medio de múltiples líderes situados en las redes. Líderes que son personas, grupos, comunidades, entidades, territorios o países. Con la Sociedad del Conocimiento los liderazgos y los líderes se difuminan por los intersticios de la sociedad y adquieren múltiples rostros y nombres. Actualmente, la Sociedad del Conocimiento promueve un modelo de liderazgo más orientado a movilizador energías; creador de horizontes de cambio y transformación;  creador de consenso y suma de voluntades. Las organizaciones, movidas por la necesidad de adaptarse a unas nuevas circunstancias, buscan en la figura de los nuevos líderes el puente entre el presente y el futuro, y confían que ellos logren dinamizar las organizaciones en su progreso continuo. El liderazgo, los nuevos líderes, se intuye imprescindible para movilizar el conocimiento de los miembros de una organización y desarrollar las metas de ésta.

 A lo largo de estos años se han ido consolidando diferentes maneras de entender el fenómeno del liderazgo. Según cual sea el enfoque adoptado en estos análisis se ha perfilado un determinado papel de líder y unas determinadas maneras de entender el liderazgo. A continuación se comentarán los enfoques que han presidido las teorías más comunes sobre el liderazgo.

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A partir de los años setenta y hasta los años ochenta del siglo pasado los estudios sobre el liderazgo volvieron a orientarse hacia la cuestión de buscar rasgos de personalidad asociados a esta función. Aparecieron nuevos estudios encaminados a averiguar si existía algún tipo de relaciones entre las cualidades de las personas y la función de liderazgo. La mayoría de estos estudios llegaron a la conclusión de que la cuestión del liderazgo era un tema complejo, con importantes lagunas teóricas, pero muy clave para el éxito de las organizaciones.

 

Durante todo este período, aunque bajo diferentes ópticas de análisis, la reflexión sobre el liderazgo parece estar presidida por la idea de que un líder es, de alguna manera, una gran persona cuya actividad mueve la historia. Se trata de una visión heredera de las tradicionales propuestas mesiánicas de Thomas Carlyle y  de Ralph Waldo Emerson, pensadores del siglo XIX, que durante mucho tiempo habían condicionado las reflexiones iniciales sobre el liderazgo. Los puntos de vista de estos autores han influido en el imaginario colectivo sobre el liderazgo y los líderes. Su ascendencia ha sido notable en aquellos teóricos que han querido explicar el fenómeno del liderazgo a partir de los rasgos y características de quienes se suponen que son unos héroes o superhombres.

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A partir de los años setenta y hasta los años ochenta del siglo pasado los estudios sobre el liderazgo volvieron a orientarse hacia la cuestión de buscar rasgos de personalidad asociados a esta función. Aparecieron nuevos estudios encaminados a averiguar si existía algún tipo de relaciones entre las cualidades de las personas y la función de liderazgo. La mayoría de estos estudios llegaron a la conclusión de que la cuestión del liderazgo era un tema complejo, con importantes lagunas teóricas, pero muy clave para el éxito de las organizaciones.

 

Durante todo este período, aunque bajo diferentes ópticas de análisis, la reflexión sobre el liderazgo parece estar presidida por la idea de que un líder es, de alguna manera, una gran persona cuya actividad mueve la historia. Se trata de una visión heredera de las tradicionales propuestas mesiánicas de Thomas Carlyle y  de Ralph Waldo Emerson, pensadores del siglo XIX, que durante mucho tiempo habían condicionado las reflexiones iniciales sobre el liderazgo. Los puntos de vista de estos autores han influido en el imaginario colectivo sobre el liderazgo y los líderes. Su ascendencia ha sido notable en aquellos teóricos que han querido explicar el fenómeno del liderazgo a partir de los rasgos y características de quienes se suponen que son unos héroes o superhombres.

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Entre los años 60 y 70 del siglo XX el interés de los estudios sobre el liderazgo se centró, no tanto  en las características que ha de tener un liderazgo efectivo sino en los sistemas de gestión y los procesos de liderazgo. Se consideró que era más interesante saber o conocer que hacen los líderes más que lo que ellos eran. Los estudios se sofisticaron y se centraron en el análisis de las estructuras, las tareas y las asociaciones. Sorprendentemente, en estos años la palabra líder desaparece de los manuales de gestión y es sustituida por la palabra gestor. Durante estos años se llega a la conclusión de que el liderazgo es situacional y está sometido a numerosas contingencias. De tal manera que las diferentes situaciones requieren estilos de liderazgo distintos y, además, el liderazgo es más impersonal en lugar de estar asociado al comportamiento de unas personas concretas. Esta teoría del liderazgo, con algunas pequeñas modificaciones, ha llegado hasta nuestros días mediante la creencia de que son las circunstancias quienes hacen líderes a las personas.

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Durante el periodo de los años 40 y 50 los estudios sobre el liderazgo tomaron otra orientación. La mayoría de estos estudios buscaban fijar cuales eran los comportamientos claves de los líderes eficaces. Se trataba de determinar qué hacia que una persona fuera un líder respecto a otras personas que, queriéndolo ser no lo lograban. La mayoría de estos estudios, en lugar de centrarse en cuáles eran las cualidades de los líderes, procuraban determinar cuáles eran los comportamientos de los líderes eficaces. Muchos de estos estudios emplearon como referencia, el modelo de contingencias con el cual vinculaban rasgos de personalidad, las variables del entorno, y aquellos comportamientos que hacían que una persona fuera un líder eficaz. No es ninguna casualidad que este enfoque se extienda en estos años. Era el período posterior a la segunda guerra mundial y las organizaciones necesitaban forjar rápidamente líderes para recomponer la economía y, de manera muy concreta, reconvertir la industria militar en industria civil. Ante esta nueva realidad los teóricos de las organizaciones se preguntaron qué tipo de persona eran necesarias para liderar-dirigir este proceso de reconversión. Para ello orientaron sus investigaciones en analizar los comportamientos de aquellos militares vencedores considerados líderes. Las conclusiones más relevantes de esta investigación fueron: los líderes tienen capacidad planificadora y saben motivar.

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Puede considerarse que son los primeros años del siglo XX cuando aparecen las primeras reflexiones sistemáticas sobre del  liderazgo. Estas surgen al amparo de los estudios sobre la dirección de las organizaciones. En la primera mitad del siglo XX, desde principios de siglo hasta la década de los 40, estos estudios se centraron en determinar cuáles eran las características de un líder y las características de sus seguidores. A pesar de los esfuerzos realizados, no se pudo demostrar que existieran unos rasgos, unas cualidades, que permitieran explicar cuáles eran las habilidades de los líderes totalmente. Ante esta dificultad los estudios se orientaron en averiguar si la situación influía en los comportamientos de las personas y determinaba que ellas fueran líderes. Pero por esta vía tampoco encontraron demasiadas evidencias sobre el fenómeno del liderazgo.

En estos años, las reflexiones sobre el liderazgo se basaban en las propuestas teóricas de los partidarios del “Gran Hombre” como prototipo del liderazgo. Los líderes eran personas que podían identificarse fácilmente porque poseían unas características claves especiales gracias a las cuales ejercían su liderazgo. Gracias a ello los líderes podían identificarse y seleccionarse, y, si era preciso, mirar como mejorar sus componentes básicos. Este enfoque tuvo mucho éxito en los entornos militares, especialmente entorno a los momentos de confrontación bélica, pues permitía desarrollar políticas específicas de selección de mandos y cuadros militares.

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Maquiavelo no tenía ninguna duda sobre qué era liderar. Para él, desde la perspectiva del siglo XVI, ser un buen líder significaba tener astucia, ser pragmático, poseer inteligencia, tener encanto personal y ser despiadado. Si en el texto del P ríncipe, la palabra príncipe es sustituida por líder, tendremos un buen libro sobre liderazgo (según Maquiavelo). Desde entonces hasta ahora se han ido sucediendo numerosos reflexiones entorno al tema del liderazgo. Curiosamente, el primer grupo de reflexiones acerca del tema del liderazgo entroncan con la esfera política y es posteriormente cuando el eje de la reflexión se traslada al campo de las organizaciones. Cada una de las teorías históricas fija su atención en aspectos diferentes sobre el liderazgo y el comportamiento de los líderes y por ello pueden considerarse todas ellas, de alguna manera, complementarias.

Con la reflexión de Maquiavelo se abre una primera teoría sobre el liderazgo cuya vigencia abarca el período de 1840 hasta 1940 aproximadamente, en un primer momento, aunque vuelva a tener cierto predicamento en los últimos años. El pensamiento de Maquiavelo era profundamente negativo. El pensaba que las personas sólo se movían por intereses individuales, y por ello los líderes sólo buscaban su propio beneficio. Maquiavelo propone un líder adaptativo. Maquiavelo dice cambiar según soplen los vientos. Promueve la comprensión de la política como el arte de  lo posible. El pensamiento de Maquiavelo sienta tímidamente las primeras bases de la teoría del liderazgo basado en las capacidades o características inherentes de las personas líderes.

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Cada momento histórico ha producido una idea concreta de qué es liderar y por ello ha desarrollado un modelo particular sobre el liderazgo. De ahí que existan diversas teorías sobre el liderazgo, en muchos aspectos complementarias, y que se pueda identificar en ellas el momento histórico en que fueron construidas. Como muy bien dice Stogdill “hay tantas definiciones de liderazgo como personas han intentado definir el concpeto” Stogdill (1974).

Algunos expertos han definido el liderazgo como una cuestión relacionada con los rasgos de carácter, otras con los comportamientos, otros con aspectos interrelacionales o con las percepciones de los seguidores, y otros con las influencias de las situaciones o de la cultura organizativa sobre el líder. En el ámbito de las organizaciones existe una concepción más simplificada, se suele entender por liderazgo la manera como unas personas influyen sobre el comportamiento de otros, bien de manera individual o en grupo.

 ¿Existe alguna definición consensuada sobre el liderazgo?. El primer pensador que abordó el tema del liderazgo fue Platón. Este, ante la decadencia de Atenas, reflexionó sobre cuáles debían ser las características deseadas de los buenos dirigentes políticos. Tuvieron que pasar bastantes años hasta que otro pensador, Maquiavelo, ordenara la reflexión sobre el liderazgo alrededor del tema del poder. Durante muchos años se ha vivido de las reflexiones aportadas por este pensador del renacimiento. El siglo XX ha sido muy rico en teorías sobre el liderazgo.

Ha habido varios intentos para encontrar esta definición. Es frecuente encontrar las siguientes expresiones para definir el liderazgo: “una persona que orienta o guía a otras personas”, “el director de un grupo de músicos. En una orquesta el concertino es el líder”, “alguien que señala una dirección (misión, visión y metas) y expresa los valores que la justifican. Los líderes expresan estos valores del manera que consiguen en apoyo emocional de los seguidores”, “un líder es una persona que es reconocida como tal por otras”, “un líder es un guía, un conductor, un director, un pionero, es una persona capaz de proporcionar una dirección e influir sobre las opiniones, actitudes y valores de otras personas”. Churcill consideraba que los líderes eras “personas que hacían una uso inteligente del poder”, J. Adair, experto en temas del liderazgo considera al líder como la persona capaz de “colocar a un grupo de personas en una dirección correcta” en un texto reciente Adair (2004) sugirió que las cualidad del liderazgo son “la capacidad que tiene una persona para influir en los demás a la hora de cumplir un objetivo común”.. La iniciativa Globe  patrocinada por la Universidad de Calgary, Canadá, ha intentado establecer una definición ampliamente consensuada. Los expertos que han participado en esta iniciativa consideran el liderazgo como “la habilidad individual de influir, motivar y conseguir que otras personas contribuyan a conseguir los resultados y el éxito de la organización de la cual forman parte”.

Varios autores cuestionan aquellas definiciones de liderazgo que lo focalizan en los resultados, pues ello limitan la riqueza de este fenómeno y pierden su dimensión y alcance social. La siguiente cita, ampliamente difundida de J.McGregor Burns, “el liderazgo es un de los fenómenos mundanos más observados y menos comprendido”, refleja el actual estado de confusión existente entorno a la cuestión del liderazgo.

Las nuevas corrientes consideran el liderazgo como una cuestión que giraría entorno a las relaciones que el líder establece con sus seguidores y con su entorno. Es fundamentalmente un proceso donde se mezcla la influencia y la orientación. El liderazgo siempre es el resultado de las interacciones entre el líder y sus seguidores. Sin éstos, no hay liderazgo. Esta cuestión es sumamente importante, pues determina que quienes sean líderes deben considerar su liderazgo como algo provisional y siempre sometido a la confianza otorgada por otras personas.

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Las concepciones tradicionales de liderazgo y del que es ser líder son polisémicas. Para algunos autores el liderazgo es el conjunto de actividades, especialmente comunicaciones interpersonales, por las que un superior influye o modifica los comportamientos de otras personas a fin de realizar los objetivos de un grupo u organización. Otras opiniones afirman que el liderazgo es fundamentalmente un proceso de influencia que se da entre el líder y sus seguidores con el propósito de lograr unos objetivos; o que el liderazgo consiste en tener una visión y conseguir compartirla y hacerla realidad mediante la participación de otras personas sin emplear medios coercitivos. Las misma definiciones dadas por la Academia de la Lengua refleja el tránsito conceptual existente alrededor de estos términos. El liderazgo, según la Academia, puede considerarse tanto la condición de líder como el ejercicio de sus actividades o la situación de superioridad en que se encuentra una institución u organización o producto o un sector económico, dentro de su ámbito. De acuerdo con este punto de vista el liderazgo oscila entre una actividad o una posición. Es un topos y un acción. Esta ambigüedad o ambivalencia ha presidido, y preside aun, el conjunto de reflexiones teóricas entorno a la cuestión del liderazgo.

Los escritos divulgativos han utilizados los términos liderazgo y líderes con algunas imprecisiones especialmente cuando han pretendido vulgarizar estos conceptos asimilándoles a los términos como gestión y gestores. La propia traducción de estos términos no ha sido siempre lo precisa que debería ser y, sin demasiada precisión conceptual, los ha utilizado indistintamente. Sue Richards, prestigioso politólogo británico alerta sobre la ambigüedad de los términos liderazgo y gestión. Dice Richards que en inglés el término leadership tiene su raíz en el vocablo germánico leitmotiv con el cal se designa a la bandera y a su portador. Esta persona resulta clave en un combate porque el estandarte proporciona la orientación hacia dónde deben moverse las tropas y por ello resulta ser una actividad peligrosa y sacrificada. Sin embargo, la lengua inglesa utiliza el latín para construir el término management relacionándolo con las actividades manuales. Por ello este concepto está mucho más próximo a la acción que a la dirección y por ello, es una cuestión más pesada o cansada. Por su distinta significación, leadership  y management son conceptos que no congenían muy bien. Mientras uno indica dirección, orientación e inspiración, el otro señala obligaciones y trabajos (Richards, 2003).

 Sobre los líderes existen también diversas propuestas sobre cual es su significado. En algunas ocasiones que los líderes son personas con coraje, resistentes a las adversidades o carisma. En otras ocasiones el líder aparece como una persona que, debido a su posición, ejerce el poder, la autoridad y la responsabilidad. En todos los casos, sí que existe un elemento común en todas las definiciones de liderazgo: se considera que un líder debe ejercer un cierto grado de influencia social, operar sobre voluntades de personas libres, emplear unos canales comunicativos interpersonales, intervenir sobre unas personas con el fin de que sean ellas quienes definan y alcancen unos objetivos que se expresan o están contenidos en una visión o propósito. Esto último es importante porque traslada la identidad del líder y del liderazgo al grupo de seguidores. Los líderes son aquellas personas con capacidad de movilizar a un grupo, porque influye en las motivaciones interiores de sus miembros, con el fin de definir y lograr unos objetivos.

Las propuestas más actuales sobre el sentido del liderazgo se alejan cada vez más de las lecturas mítica y heroicas en las cuales aquel se basaba básicamente en las condiciones de personalidad, el carisma, de quien asumía el papel de líder. Como tampoco, el líder no es un directivo o gestor. Ambos, líderes y gestores, se mueven en planos diferentes, aunque es evidente que estos últimos, para poder realizar con éxito sus actividades deberán ejercer utilizar hábilmente capacidades asociadas al liderazgo.

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